Pronto by Morris Gleitzman

Pronto by Morris Gleitzman

autor:Morris Gleitzman [Gleitzman, Morris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Drama, Novela
editor: ePubLibre
publicado: 2016-06-15T00:00:00+00:00


Pronto , espero, la cara de ese hombre se curará.

Debe estar muy herida para tenerla completamente vendada. Me sorprende que pueda ver a través de esos agujeros tan diminutos.

Debe poder porque cuando nos cruzamos en el jardín delantero del doctor Lipzyk no se choca conmigo ni se tropieza con un adoquín.

Solo va a toda prisa.

Pobre hombre. Pero al menos está con un médico muy bueno. Si alguien puede curar una cara herida por metralla o por la explosión de una bomba es el doctor Lipzyk.

Llamo a la puerta principal del orfanato.

Después de unos segundos me abre el doctor Lipzyk. Está leyendo un trozo de papel y no levanta la mirada.

—Si se te ha olvidado algo —dice enfadado—, date prisa. Esas vendas no pueden estar a la vista.

Retiro el pañuelo de mi cara para que el doctor Lipzyk vea que soy yo. Levanta la vista enfadado, entonces parpadea, perplejo.

Yo también lo estoy un poco. El doctor Lipzyk lleva puesta una bata médica con manchas de sangre.

—Perdóname, Felix —dice el doctor Lipzyk—. Pensé que eras otra persona. Pasa.

Entro.

—Espero que no sea un mal momento —digo.

El doctor Lipzyk seguramente se está acordando de cuando todos sus vecinos tenían teléfonos y casas y la gente llamaba antes de presentarse.

—No, para nada, Felix —dice el doctor Lipzyk—. Pero lamentablemente Anya no está aquí.

—No pasa nada —digo—. He venido a verle a usted.

—Siempre es un placer —dice el doctor Lipzyk—. De hecho, te estaba esperando.

Creo que sé por qué.

Le explico lo agradecidos que estamos Gabriek y yo por la leche en polvo y le digo que por nada del mundo podríamos aceptar más sin pagarle. Y que esperamos que le parezca bien porque necesitaremos mucha.

—La cual le pagaremos —digo—, a veces con dinero, pero otras, con cosas que necesite. Podemos conseguir piezas muy buenas para armarios y cubos y equipos de seguridad de todo tipo. Y si alguna vez se le estropea algo en casa, Gabriek puede venir a arreglarlo.

El doctor Lipzyk afirma con la cabeza, pensativo.

—Gracias, Felix —dice—. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo.

Parece que lo dice en serio, lo que me da coraje para seguir.

—Hay otra cosa más, señor —digo.

—Dime —dice el doctor Lipzyk.

—Me preguntaba —digo—, si podría echar otro vistazo a su biblioteca. Le prometo que seré muy cuidadoso.

El doctor Lipzyk sonríe.

—Claro que puedes, Felix —dice—. A ver, dame tu abrigo.

Me quito el abrigo y el doctor Lipzyk lo cuelga. Entonces me lleva a la biblioteca.

—Tengo mucha suerte de tener una colección de libros de medicina así de buena —dice el doctor Lipzyk—. Cuando bombardearon la universidad me quedé con muchos volúmenes excepcionales. Me parece justo compartir mi suerte contigo. Así que, Felix, desde ahora en adelante quiero que trates esta biblioteca como si fuera tuya y que la uses siempre que quieras.

Le miro fijamente.

—Gracias —grito.

Es difícil mantener la calma cuando tu biblioteca de libros de medicina acaba de pasar de dos libros a mil.

—Siéntete como en casa —dice el doctor Lipzyk—. Me voy a asear y seguimos hablando.

Se va.

Acepto la amable invitación del doctor Lipzyk.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.